Este video muestra un comic sobre la vida de Teresa Cabarrús.
Teresa Cabarrús
miércoles, 13 de noviembre de 2013
Teresa Cabarrús
TERESA CABARRÚS
(Posadas, 2008)
Escribió en su libro cinta roja: ‘’Espía y aventurera española que logró acabar
con el Terror en la Revolución francesa. Rea de la guillotina, amante de
asesinos y de futuros emperadores, fue también marquesa, revolucionaria,
princesa y madre de diez hijos’’. (p13)
TERESA
Teresa Cabarrús, una
noble de origen español y belleza legendaria, que jugó un papel importante en la Revolución
francesa. Para sus detractores, fue una arribista que hizo de la frivolidad su
religión y de la seducción una forma de supervivencia. Para sus admiradores,
una mujer que consiguió salvar a muchos inocentes de la muerte.
COSAS IMPORTANTES DE ELLA
-A sus 12 años fue llevada a parís a
conseguir un marido que se ajustara a los deseos de su padres.
- A los 12 años se casó
con Jean-Jacques Devin, que después fue nombrado marqués de Fontaney.
-Su primer amor no fue
exactamente su esposo.
-Cabarrús tuvo 10 hijos
aunque uno de ellos se murió al nacer.
Primeros años de vida
PRIMEROS AÑOS DE VIDA
Hija del conde español
y fundador del Banco de San Carlos,
Francisco Cabarrús y de la dama aragonesa Antonia Galabert Casanova.
Menor de tres hermanos,
hija única, perspicaz y hermosa. Su
padre siempre se procuró de que sus hermanos y ella tuvieran la más esmerada
educación, sus hermanos y ella tenían,
clases de guitara, también tenían una madeimoselle que solo les hablaba en
francés, pero también tenían distintos profesores que los ilustraban con
diversas tareas del saber: en la historia, en matemáticas, en otras lenguas
como el latín y el italiano. Cuando era apenas una niña a teresa le encantaba
que le contaran historias sobre Francia y más que todo de su reina María
Antonieta.
SU LLEGADA A FRANCIA
Por petición de su
padre teresa fue enviada a Francia para ''pescar'' un marido que fuera
conveniente para él y también para toda la familia que ella se casara.
En parís se quedó en
casa de madame boisgeloup, ella era una especie de institutriz y le enseñaba
francés, latín y filosofía, como no sabía bailar flamenco tomo clases para así
adentrarse en la sociedad. Madame boisgeloup era viuda de un viejo socio de
Francisco Cabarrús quien sería la casera e institutriz de teresa y la encargada
de que esta aprendiera a portarse como una dama, para adentrarse en sociedad.
Aprendiendo a se una dama
APRENDIENDO A SER
UNA DAMA
Su casera madame boisgeloup,
pertenecía a lo que entonces se le llamaba nobleza de toga o aristócrata de
segundo rango, puesto que su marido, muerto apenas unos meses antes de mi
llegada había sido el consejero de rey en el parlamento de parís. Por aquel
entonces la nobleza de toga, es decir los abogados, notarios y demás
profesiones similares, se había convertido en un importante puente de unión
entre la aristocracia y las clases inferiores gracias a su talento.
A su llegada boisgeloup se
encargó de vestirla con los mejores diseñadores y uno de ellos era el diseñador
de la reina, Monsieur Picard, que siempre traía una mascar, y solo dejaba ver
sus, pero aun así diseñaba los más
hermosos vestidos de Francia, en aquel entonces, Monsieur decía que tersa había
nacido para la muselina que esta le
quedaba hermosa, en ese entonces tanto las mujeres como los hombres se
empolvaban el pelo, cuando teresa llego teresa esa moda al tiempo cambio. Monsieur
le decía muy seguido a teresa “ni se te ocurra empolvarte esa hermosa
cabellera, le decía: ¡Flores!, ¡Cintas!, ¡Lazos!, ¡un bello sombrero de paja!
Esos son los únicos adornos que debe lucir una cabellera como esta, te prohíbo
otra cosa’’. Teresa empezó a frecuentar
salones de bailes, su institutriz le decía que la mejor forma de ser
conocida era empezar en los salones más bajos de la ciudad y seguir subiendo
hasta llegar a los más reconocidos y así fue, una noche una condesa la invito a
bailar en uno de sus salones y ahí se dio a conocer en sociedad.
Futuros ilustres
FUTUROS ILUSTRES
Una vez en el salón de su nueva
amiga y protectora, y a pesar que solo era una niña que bailaba bolero, tuvo la
oportunidad de conocer a algunos de los personajes más famosos de la época. El
primero de ellos fue Talleyrand, ese gran hombre que está destinado a pasar a
la posteridad como uno de los más portentosos equilibristas que recuerda la
historia. Su hazaña fue sobrevivir a lo que voy a enumerar a continuación y
haciéndolo junto a los que ostentaban el poder: primero, a la Revolución;
después, a la caída de la monarquía; luego al Terror y luego al Directorio,
y más tarde a la era napoleónica, para cavar como un hombre fuerte de la
Restauración monárquica.
Por todo esto termino tullido.
Otros dos de estos singulares hombres que tuvo la fortuna de en la casa de la
condesa Genlis fueron Mirabeau y La Fayette. El primero realmente no gozó, en
un principio, de sus simpatías, puesto que, él se fue en contra de Federico
Cabarrús cuando dio la idea de fundar el Banco de San Carlos, tachándolo de
“corsario económico’’.
El segundo personaje en cambio
Monsieur de La Fayette, las gozó todas. Y hay que decir que si el primero era
terriblemente feo y picado de viruela de modo atroz, el segundo, ya desde el
primer día en que lo conoció se le hiso muy apuesto. Por aquel entonces, y a
pesar de las advertencias del señor Motarin, ella andaba embarcada en todo tipo
de lecturas románticas. Los amores de Pablo y Virginia, del abate de
Saint-Pierre, por ejemplo, o los de La nueva Eloísa, del señor Rousseau, y lo
cierto es que la visión de La Fayette era un goce para la vista. Muy
distinguido a pesar del color rojo fuego de su cabello, estaba casado con una
de las mujeres más ricas e importantes de Francia y paseaba por los salones con
la seguridad que da el dinero y la gallardía que otorga la belleza.
Por último, el tercero de los
personajes notables que habría de conocer en aquellos felices tiempos ‘’antes
del diluvio’’ pertenecía a su mismo sexo y era solo siete años mayor
que ella. Me refiero a Germanie de Staël, más tarde famosa mujer de letras y autora
de obras tan célebres como Corinne. Por aquel entonces (tendría ella unos
veinte años), ya demostraba con creses sus ansia de brillar a toda costa. Lo
curioso del caso es que, a primera vista no parecía contar con demasiados
atributos para lograrlo. Era huesuda, de facciones toscas, equinas, con manos
grandes y decididamente hombrunas. Sin embargo cuando uno se acercaba un poco
más, dos factores contribuirían a desdecir aquella primera impresión. Uno
eran sus ojos, de una viveza y profundidad poco común, y el segundo era aún más
imbatible: me refiero a su conversación. Y es que y es que Germanie de Staël,
que pasaría a la historia como una de las mujeres más inteligentes de su época,
era rápida, ingeniosa y muy mordaz. Más tarde se diría que ella encarnaba a la
perfección el romanticismo avant la lettre de la época.
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